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Autor :Raul Estañol Amiguet
Las Nuevas Relaciones de Control del Poder.
“Las dualidades se generan para simplificar el tener que pensar, que ser críticos; y hacernos decantar nuestra opinión por un bando interesado, que distraiga nuestro raciocinio, que aliene nuestra conciencia. Mayor honra y seguridad para quienes detentan el poder.
Un dilema se cierne sobre nosotros mismos, sobre la sociedad civil: ¿Las diversas ideologías modernistas nos han transformado en zombis autómatas de sus narraciones teleológicas? La sociedad civil ¿somos simples defensores de lo que le apetezca transmitir a un hipotético ideólogo, el cual optará por dualidades, con la cuales nos identificamos en un momento dado?
Los instrumentos de control del poder son diversos. Lo importante para los poderosos es mantener el control de la sociedad civil. Su logro, conseguir una sociedad civil alienada, dirigida, distraída, desconcertada, atrapada, vulgar, atontada, engañada y esclavizada.”
En la actualidad a la sociedad civil se la va alejando del saber, del conocimiento y del principio de solidaridad, debido fundamentalmente a la avaricia de los poderes, a la animosidad de lucro y a la falta de interés en el desarrollo de los valores básicos del ser humano como la justicia, la paz, la igualdad, la libertad y el bien común.
La sociedad civil en general, y cada uno de nosotros en particular, no somos realmente dueños de nuestros actos. Nuestro estado físico-fisiológico, junto a nuestro plano emocional, nos hacen, muchas veces, títeres de nuestros deseos y de nuestras emociones. A todo ello debemos de añadir nuestro discernimiento, el cual no es libre, ya que está condicionado por un sinfín de deseos, así como por nuestros límites morales.
La sociedad civil simplifica lo complejo de las realidades existentes, decantándose hacia los extremos y acomodando sus decisiones y pensamientos frente al mundo globalizado complejo y plural en el cual vivimos. Nuestra propia conducta, aunque inducida, será subjetiva, con cierto grado de elección de vida, en nuestra toma de decisiones.
A lo largo de la historia, la sociedad civil siempre se ha encontrado sumisa a los lenguajes impuestos. Como ejemplo, en la antigüedad, Egipto fue una gran civilización, basada en una religiosidad, en un ceremonial que inundaba las creencias del pueblo. Según dichas creencias los dioses habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones. El dios egipcio Tot sobresalía como dios de la sabiduría y patrón de los magos; así como guardián y escribiente de los registros que contenían el conocimiento de los Dioses. Todo ello confluye en el Egipto predinástico, más de 3000 años antes de Cristo. A pesar de las pocas fuentes de la época, se acepta la existencia de Hermes de Trismegisto, personaje mítico, cuyo nombre significa, en griego: Hermes, el tres veces grande. Considerado un sabio que desarrolló creencias metafísicas conocidas como hermética. Ya Platón, en Timeo y Critias, comentó que en el templo de la diosa Neit, en Sais, había salas con registros históricos secretos de sus doctrinas, con una antigüedad de 9000 años. Además de atribuírsele a Hermes de Trimegisto estudios de alquimia, como la Tabla Esmeralda y la literatura Hermética, en los cuales destacan las enseñanzas de El Kybalión, donde tres de sus siete principios se refieren a la “concepción dual”:
2º Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.
4º Todo es doble, todo tiene dos polos; todo su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, tadas las paradojas pueden reconciliarse.
7º La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos”.
Estos principios de El Kybalión, los considero muy apropiados ya que deseo desengranar, por la vía humanística, en este complejo, y muchas veces disparatado mundo en el que vivimos, el porqué de tantas equivocaciones repetitivas de la sociedad en la cual vivimos, y el porqué de tan poco sentido común en las actuaciones que acometemos, tanto en el día a día, como en sentido global.
Nos deberíamos dotar, poco a poco de sentido común, de un sentido crítico y reflexivo, que todo lo ponga en duda; como se extrae de las antiguas enseñanzas de Pirrón de Citio decía: la duda mueve el mundo, o sea, mediante la duda deberíamos desvelar lo importante, lo auténtico. Esa duda nunca nos debería de abandonar. Unos entenderán la duda como curiosidad, otros como perturbación, nunca deberíamos asustarnos ante la acción. Habrá dos actitudes muy distintas de afrontar la duda: la duda se podrá afrontar mediante la inquietud, la rebeldía, esa actitud espontánea que nos hace descubrir nuevos horizontes; aunque la duda también se podrá afrontar mediante la inseguridad, esa aprensión vacía que nos dirigirá hacia la inacción. Podríamos prescindir de la duda, y de este modo, movernos de forma mecánica. Sin la duda, nuestro entorno, nuestro tiempo nos dirigirá, nos controlará. Pobres de aquellos que rechacen la duda, ya que nunca serán libres de sus acciones. La duda es una gran consejera, si se usa para discernir. La duda es traicionera, si con ella excusamos el actuar. La duda nos podrá guiar, si mantenemos nuestra mente en calma. La duda nos podrá desconcertar, si pretendemos posicionarnos en ella.
En este mundo que vivimos, nuestra historia y condicionantes, han creado el sistema de que nuestros móviles, o sea, aquello que nos hace actuar, sea siempre condicionado e instrumentalizado por nuestros egoístas y materialistas intereses, a los cuales denominaré el interés general, ya que transciende a la sociedad civil, siendo dichos intereses, tanto propios como ajenos, tanto a nivel individual como colectivo, el principal campo de batalla. También debemos dudar de todo aquello que se nos ofrece como axioma, ya que su trampa reside en la carente necesidad de su demostración, tratándose en realidad de concepciones creadas, muchas veces de forma interesada, y no principios evidentes, los cuales no requieren demostración. El sentido crítico debe de actuar, poniendo en duda todo axioma e hipótesis, mediante la promoción de la pluralidad de ideas.
“No te apegues a las opiniones duales; evita cuidadosamente seguirlas. Si hay el menor rastro de sí o de no, el espíritu se pierde en un dédalo de complejidades.”
Comentario del Zen y Vedanta (Desjardins, 1995:66)
El mundo actual occidental es el resultado del desencanto de la modernidad, aunque yo personalmente prefiero denominarlo el fracaso de la modernidad: pérdida de valores individuales, aumento de las desigualdades tanto a nivel local como regional, así como, entre los países considerados desarrollados y los considerados subdesarrollados, aumento de la pobreza. Todo ello unido a hechos funestos de una repetición mimética: la sangrienta colonización de África y otros países en el siglo XIX, las guerras mundiales del siglo XX, los totalitarismos del siglo XX, los genocidios, la actual situación de guerras activas: 52 (abril de 2022).
Dicha caída del modernismo se ve acompañada por un aumento exponencial de la tecnociencia, como muy bien describe (Lyotard, 2008:99) en su obra La Posmodernidad, cita así:
“un horizonte para tu siglo es el aumento de la complejidad en la mayoría de los dominios, incluso en los modos de vida, en la vida cotidiana. … Esta tarea implica como mínimo la resistencia al simplismo, a los slogans simplificadores”.
Aunque la resistencia al simplismo detallada por Lyotard resulta muy demagógica en la obra de un intelectual, ya que existe una gran diferencia entre la élite cultural y la sociedad civil en general, a la cual se intenta vulgarizar, mediante sucesivos cambios en el sistema educativo, más permisivos y decadentes.
Me propongo explicarlo mejor, ya que no se trata de ninguna mano negra, ni poder fáctico; más bien se trata de posicionamientos de comodidad de la clase elitista cultural en sus cátedras; de la clase política abigarrada en sus atriles públicos, recelosa de mantener sus privilegios; de los científicos como profesionales a sueldo de la tecnociencia, o sea de las empresas, y siempre con un conocimiento segregado, patentado y escondido; y como no, de una sociedad civil veladamente distraída, inconsciente de su responsabilidad frente al conocimiento.
De este modo la sociedad civil mantiene un profundo y generalizado ánimo de simplificarlo todo, como si dicha simplicidad facilitara nuestra comunicación entre nosotros y el exterior. Dicha simplicidad nos ha llevado a tomar partido en una dualidad, a veces dudosa, a veces paradójica, e incluso sin ningún tipo de sentido. Aunque debemos de reconocer que dicha extraña dualidad funciona, como si se tratara de un guiño mimético a los principios herméticos, anteriormente nombrados; ya que cada uno de nosotros, sin reflexionar sobre el tema, por darlo como normal, como cotidiano, como real, estamos dispuestos a despreciar, apartar y extrañar a quien escape de los extremos de dicha concepción dual, la cual nos acompaña en todos los acontecimientos de nuestra vida.
Un dilema se cierne sobre nosotros mismos, sobre la sociedad civil: ¿Las diversas ideologías modernistas nos han transformado en zombis autómatas de sus narraciones teleológicas? La sociedad civil ¿somos simples defensores de lo que le apetezca transmitir a un hipotético ideólogo, el cual pertenezca al extremo de la dualidad con la que nos identificamos en un momento dado?
La dualidad aliena a la sociedad civil, ya que, en nuestras sociedades, los seres humanos que conformamos el mundo, no desciframos los distintos matices, la infinita gama de tonalidades, las maravillosas ambigüedades, el sorpresivo abanico de aconteceres que nos puede mostrar cualquiera de las realidades que simplificamos mediante dichas dualidades. En mi humilde opinión, la definición de alienación muchas veces vista de forma peyorativa, no difiere en lo más mínimo de la definición de alineación, muchas veces vista de forma positiva; ya que cuando en la sociedad actual, nos alineamos en un posicionamiento político, social, cultural o militar concreto, sobre todo en política internacional. En realidad, estamos respondiendo a quienes nos inducen a dicho compromiso, a favor de encubiertos intereses estratégicos, electorales, económicos, o de cualquier otra índole de dicha institución o grupo de poder. Cuando expreso el término alienar, me estoy refiriendo, en el sentido de nuestro propio extrañamiento, al reconocimiento de lo ajeno en nuestro propio ser; o sea, la realidad, a la que la conciencia cree encontrarse absolutamente sujeta, es en realidad un objeto, la tela de Ariadna, puesto y conformado por nuestra propia conciencia. Realidad e ilusión se enmarañan en nuestro mundo actual, a lo cual ayuda nuestra desidia, nuestra ignorancia, nuestra simplificación de todo lo que acontece.
De otro modo, finalizaré mi explicación sobre la alienación de la sociedad civil en general, y sobre su modo individual de evitación, de una forma poética, rememorando los antiguos textos del Dhammapada:
“21. El estar alerta y vigilante es el camino hacia la inmortalidad, la desidia es el camino hacia la muerte; los que están alertas y vigilantes no mueren, los que son desidiosos son como los muertos.”
“23. Los que constantemente están dedicados a la meditación, perseverantes y esforzadamente empeñosos, conquistan, sabios, el nirvana, insuperado estado de perfecta paz.”
“24. Se acrecienta la gloria de aquel que es enérgico y está compenetrado de autoconciencia (sati), de conducta pura, de actos reflexivos, autocontrolado, que vive según el dharma (la ley universal que rige el mundo; según Kant, los principios categóricos; según Jesús, los mandamientos del Padre), alerta y vigilante.”