El Estado subsidia el inicio de un engaño: la Esclavitud del autónomo.
España es uno de los países occidentales, con mayor número de autónomos, Italia, otro país del Sur, nos gana. Todo comenzó con el relato del progresismo, con el enorme aumento de gasto social, el cual se debe de financiar con impuestos. Y la ficticia economía del bienestar, débil esperanza en los países occidentales, la cual se consigue mediante un orden mundial perverso, por las profundas desigualdades con respecto a los civiles de países del Sur del mundo, donde todo lo que compramos es más barato.
En los países occidentales, la crítica del progresismo, tachaba a la Edad Media como una era de guerras, pobreza y reclamo de la Esclavitud. Nada más lejos de la realidad, ya que salvo conflictos esporádicos fue una época de comercio local, exenta de Esclavitud, donde el régimen de propiedad estaba muy limitado, las relaciones sociales eran muy estables, y por desgracia, un tiempo de regresión en cuanto a la sanidad, lo cual provocaba elevadas tasas de mortalidad y diezmaba a las poblaciones.
En cuanto al medio económico, la carga impositiva en la Edad Media, era inferior al 30 por cien de los ingresos de sus ciudadanos, comparado al tiempo actual, donde dicha carga impositiva ronda el 60 por cien de nuestros ingresos. En la Edad Media, los comerciantes, origen de los actuales autónomos, lo eran por condición social heredada, o en escasos casos, iniciada tras unos años de aprendiz. Hoy en día la cosa cambia, por diversos factores que nos caracterizan y detallaré a continuación:
En nuestros días, los gastos sociales para lograr el supuesto Estado de Bienestar son elevadisimos, los cuales han ido inventándose progresivamente, por lo que se podría definir progresismo, como la historieta inventada, con un ideario concertado, un falso pretexto teleologico, para convencer a la adormecida sociedad civil, de las ventajas de aumentar la presión impositiva al sufrido pueblo. Impuestos, sanciones, tasas, que se disimulan en un sinfin de excusas, las cuales llegan a ser grotescas, paradójicas y redundantes. Unos impuestos son directos, y afectan a las rentas, mientras los otros, son indirectos, afectan al consumo, y alcanzan tanto a la sociedad productiva, como a la no productiva, a todos.
Lo más denigrante es que para legitimar el sistema de sustracción de dinero al pueblo, el progresismo demoniza la figura del empresario, cometiendo dispares errores, que se omiten con total impunidad: en primer lugar, los empresarios generan rentas y beneficios, además generan puestos de trabajo, mientras son perseguidos, como supuestos infractores, y enfrentados socialmente, como enemigos de sus trabajadores, mediante una instrumentación interesada del derecho laboral que disimula la realidad de la imposibilidad de subir los sueldos, por el sucesivo sobre coste de los gastos sociales a pagar. En segundo lugar, agrupan a los héroes que trabajan sin el amparo de trabajar por cuenta ajena, ni de ser funcionarios del opresor Estado y sus instituciones, que se multiplican como tentáculos.
Dichos trabajadores por cuenta propia son de índole muy dispar, con enormes disimilitudes, las cuales denuncian la injusticia de un sistema viciado, nuestro sistema democrático, el cual incluye en el mismo sistema de RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos), a empresarios sin trabajadores, antiguos comerciantes, también a profesionales con actividades liberales u otros empresarios independientes, con pocos trabajadores, se puede considerar de menos de 50 trabajadores, con enorme variedad de actividades y de todos los sectores económicos; a socios de medianas y grandes empresas, con igual disparidad, tanto de sociedades limitadas, laborales, como sociedades anónimas; y a capitalistas financieros, quienes mantienen objetivos muy distintos , sino contrarios, al resto de trabajadores por cuenta propia.
Todo se oculta mediante el relato de quien trabaja por cuenta propia lo hace en pos de un abultado beneficio. La prueba de dicha ocultación está en la necesidad del Estado de seguir promocionando el crecimiento en número de los apocados empresarios, apoyado por todas la fuerzas politicas: los conservadores les llaman empresarios, los progresistas los apellidan emprendedores, cuentos inventados, para que la masa de los autónomos, aquellos que pagan mucho más de las contraprestaciones sociales que reciben, sigan aumentando.
La injusticia aún es mayor si se analiza diacrónicamente la economía española. Economía basada en el sector primario, con escasez de sector secundario, salvo en algún tipo de actividades, con un sector terciario basado en sectores tan contradictorios como el turismo y la banca, así como con un primitivo sector cuaternario. Una endeble economía estructural, donde las grandes empresas y multinacionales flirtean con los intereses de las instituciones del gobierno, en pos de conciertos y contratos que les blinden para subcontratar a pequeñas empresas y a autónomos, actuando como simples subcontratistas que explotan fraudulentamente a pobres autónomos, mediante la cómplice ilegalidad de los falsos autónomos.
Y así, los autónomos, perdidos entre la ambición de triunfar en sus negocios, el deseo de mejorar sus vidas, ignorantes suicidas ante su destino; así como los ocultos intereses de los poderes políticos, quienes saben de la necesidad de la masa de esclavos, que continúen observando las sombras de sus fuegos fatuos, rindiendo culto a su hipocresía; y los lugartenientes vanidosos de las multinacionales y grandes empresas, quienes revientan el trabajo de los miseros autónomos, con la desaparición del margen comercial digno.
“La conspiración está servida, y la trampa armada”.
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