Palabra Maldita: Suicidio
Denuncias sobre lo Indenunciable
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Palabra Maldita: Suicidio
Autor: Raúl Estañol Amiguet
…La información nos llega mascada, triturada, como la papilla que toman los recién nacidos; ya que se basa en pequeñas historias o breves fotogramas contadas en todo momento de forma unilateral, sin ningún tipo de pretensión de esconder la ideología a seguir por el diverso medio de comunicación, la cual es refrendada por el grupo de poder propietario del medio en cuestión; y con un acomodado clientelismo perteneciente a la sociedad civil…
(Estañol, 2008:43)
Que carencias nos invaden, para que las denominadas democracias actuales y sus instituciones, nos relaten las cifras de las muertes de los ciudadanos de nuestro país de forma arbitraria. Hoy en día, la moda se encuentra en denunciarnos las muertes por violencia de género: 52 muertes en 2012 (fuentes INE). Mientras que los datos de muerte por suicidio son desalentadores, con más de 3000 suicidios al año, de media desde la década de 1990 (fuente EL MUNDO 18-02-2013). La muerte por suicidio es la primera causa de muerte externa, en España, y en los países occidentales, muy por delante de otras causas perseguidas notablemente por las fuerzas de seguridad del Estado: accidentes de tráfico o género.
Los recursos económicos que dedica el Estado a la Violencia de Género, son enormes, dotando al Estado de una imagen de progreso sublime. Los recursos económicos que dedica el Estado a la seguridad vial, son también elevados, y con ello dota de sentido el carácter recaudatorio de sus guardianes de las carreteras, caminos y portazgos. Los recursos económicos que dedica el Estado a la atención y prevención del suicido, escasísimos, y consisten únicamente en medicar, con drogas, a quienes dan la sensación de ser sensibles a un entorno que no aceptan. ¿Por qué no interesa hablar del mayor motivo de muerte externa del país? ¿Por qué silenciar estos dramas?
La ocultación es patética e irresponsable. La única razón del mutismo actual estriba en los fundamentos que puedan llevar a los seres humanos en su propia aniquilación: estrés, desesperación, fracaso, ansiedad, inseguridad, frustración,…, las mismas causas que podrían lanzar a un pueblo occidental hacia la indignación, del extraño mundo en el que vivimos, y de los controles de poder que imperan en dicho mundo.
Lanzo un grito desgarrador ante la impotencia de mi acción, ya que para dicha acción necesitamos seres humanos responsables, con sentido crítico. Para todo ello, deberíamos de repensar el mundo en el cual vivimos, los escasos principios y valores que se nos enseñan. La función de las instituciones del Estado debería de velar más por la mejora de vida de sus ciudadanos que por el control del poder.
Hoy es día de Resurrección, todo el mundo está de fiesta. Las noticias nos cuentan, de modo competitivo con respecto a otros años, el balance de víctimas en carretera, y así, la seguridad de tráfico afina su bolígrafo para recaudar. Alguna pobre mujer ha muerto en el disparate de una fiesta de embriaguez y drogas, la culpa, por supuesto, de la violencia de género. Y así marcha el mundo, con esas pobres personas que se suicidan en silencio, siendo olvidadas antes de ser, siendo arrinconadas al mutismo de lo políticamente correcto, de lo indeseable de negar las carencias de nuestro mundo supuestamente civilizado. Una lágrima roza mi mejilla, ¿Por qué nadie me habla, me entiende, me reconoce?... Será este el momento…
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