Cap.3 Conciencias adormecidas.
“Las dualidades se generan para simplificar el tener que pensar, que ser críticos; y hacernos decantar nuestra opinión por un bando interesado, que distraiga nuestro raciocinio, que aliene nuestra conciencia. Mayor honra y seguridad para quienes detentan el poder.
Un dilema se cierne sobre nosotros mismos, sobre la sociedad civil: ¿Las diversas ideologías modernistas nos han transformado en zombis autómatas de sus narraciones teleológicas? La sociedad civil ¿somos simples defensores de lo que le apetezca transmitir a un hipotético ideólogo, el cual optará por dualidades, con la cuales nos identificamos en un momento dado?
“Las dualidades se generan para simplificar el tener que pensar, que ser críticos; y hacernos decantar nuestra opinión por un bando interesado, que distraiga nuestro raciocinio, que aliene nuestra conciencia. Mayor honra y seguridad para quienes detentan el poder.”
El concepto dual invade nuestro mundo, para simplificar nuestra conciencia, la cual se encadena por unos hilos invisibles, al modo de los famosos hilos de Maia del hinduismo, donde la realidad se esconde tras un mundo tejido de ilusión. Dicho mundo de ilusión es tejido por poderes plurilocales, tan numerosos como intereses hay creados en el mundo (interés general), y que gestan las verdaderas relaciones de control del poder, cuyo máximo logro será su pervivencia. El concepto de dualidad no es reciente, se ha utilizado a lo largo de las antiguas civilizaciones, como ejemplo mostrar algunas dualidades (dualidades dopantes):
“Pan y circo”
En la civilización romana, Tiberio las utilizaba para amansar al pueblo. Aunque eran dos elementos no opuestos, complacían las conciencias de la ciudadanía.
“Consumismo y fútbol”
Al igual que la dualidad anterior, aunque aplicado en nuestros días. Consumismo es la cúspide por alcanzar en el capitalismo. Mientras que el fútbol es el circo, el entretenimiento que necesita el ser humano para desentenderse de sus preocupaciones. Lo más importante para las relaciones de poder es generar en la sociedad civil la necesidad de complacer sus conciencias, dando a estos conceptos un carácter de finalidad.
“Tiempo de trabajo-tiempo de ocio”
Séneca sentiría la mayor pena del mundo al observar cómo su concepto de ciudadano culto, de ciudadano ocupado, bien en las necesidades del trabajo, bien en las necesidades de aprendizaje del espíritu, ha fracasado en la actualidad. En cuanto al tiempo de trabajo, en un mundo plural y especializado, tanto trabajadores como empresarios están imbuidos en un engranaje forjador de productos y servicios de consumo, perdiendo el sentido del propio trabajo. De igual modo, el tiempo de ocio, ciego entretenimiento, potencia el mantenerse desocupado y con una felicidad velada, al estilo de los miembros encadenados de la caverna de Platón.
“Real Madrid-Barcelona” o cualquier derbi deportivo
El ser humano necesita enfrentarse, para tranquilizar sus emociones. Para ello se crean muchas dualidades similares, donde el enfrentarse les hace mantener la ilusión del día a día, en la victoria de su elegido, al igual que les valdrá como una excusa de comunicación social.
“Poli bueno-poli malo” “buena persona-mala persona” “amigo-enemigo” “países aliados-países enemigos”
Simplicidad de pensamiento, mediante un juego interesado. La adopción de distintos roles, basadas en la personalidad o los comportamientos de ciertas personas, en un momento dado. Se trata de meras percepciones condicionadas por intereses contrapuestos, las cuales marcan el tipo de relación que mantenemos. Simplifica exageradamente las relaciones humanas, surge por prejuicios. En el nivel internacional sigue dominando el juego de intereses, sobre el cual se alcanzarán acuerdos bilaterales, multilaterales, e incluso de forma enmascarada en la cooperación internacional, se buscarán acuerdos estratégicos para la obtención de recursos.
“Tradición-modernidad”
Una tendencia de los últimos tiempos vividos ha influido notoriamente en nuestras mentes: nuestra conciencia se amolda al presente, orgullosa por el tiempo en el cual vivimos. La tradición es identificada con diversos términos: antiguo, obsoleto, rudimentario, desfasado, provisto únicamente del método prueba y error. Sin embargo, los gurús de hoy ensalzan el término modernidad, unido a la tecnología, los cuales nos encumbran al más alto estadio de progreso logrado en toda la historia de la humanidad, en un mundo que evoluciona siempre, desde el siglo de la Ilustración y del positivismo científico.
Esta dualidad: tradición-modernidad; pretende encumbrar nuestra civilización y nuestro tiempo, como el mejor posible, alineando las conciencias con un razonamiento simplista, que niegue la posibilidad de prosperidad de cualquier civilización anterior, las cuales quedan relegadas al polo de la tradición.
Ante las contradicciones generadas por los problemas que surgen día a día, se constata el absurdo de estas concepciones. Ya en el siglo XX surgen tendencias Postmodernistas, las cuales contradicen nuestra concepción lineal y evolutiva de la ciencia y del saber; así como el sentido antropocéntrico del ser humano; buscando un cambio paradigmático en el terreno del pensamiento, basado en la Inter subjetividad y en la noción del ser humano, como simple miembro de la existencia. Más adelante comentaremos los nuevos peligros que están ya presentes en la actualidad, acerca de la postmodernidad, la cual se reviste de un todo vale, y del relato de la Posverdad.
“Vejez-juventud”
Al igual que la dualidad tradición-modernidad, se esconde una irrealidad en lo más profundo del efecto de simplificación con el que nuestras mentes han sido educadas en alienarnos con dichos términos. En la actualidad lo viejo representa lo caduco, lo obsoleto, lo que ya no aporta valor, lo que únicamente merece un respeto. Mientras que joven es el ideal del mundo que nos rodea, representa vigor, lo fértil, lo valido, lo más admirable y deseable; todo ello debido a la obsesión, en nuestro tiempo, de culto al físico.
En las relaciones de control de poder esta dualidad toma un matiz macabro ya que, aprovechando la confusión de nuestra percepción sobre los valores, se acepta que jóvenes inexpertos, con educación limitada nos gobiernen con presunción de impunidad. Condicionante necesario para que las corporaciones empresariales y sus experimentados directivos impongan las condiciones necesarias en la geopolítica actual.
“Derecha-izquierda; conservador-progresista”
En el terreno de la arena política se presentan estas dos dualidades, como realidades dispares, aunque más importantes para los ilusionados electores y a sus afinidades ideológicas; que no para las convicciones de los políticos.
La democracia es copiada de la democracia griega, un sistema de gobierno de las polis, con varios miles de ciudadanos, los cuales adaptaron un sistema de gobierno participativo. La democracia actual es muy distinta de la clásica. La demagogia orquestada en la actualidad critica la democracia clásica, mediante un argumento que critica la antigüedad porque no se legislaba con la libertad, equidad y justicia de hoy en día; además también criticaban que existía la Esclavitud, tema al cual le dedicaré, más adelante, un capítulo que desvele la falsedad de este concepto.
Toda la demagogia y manipulación de las diversas ideologías, podríamos razonarla, remontándonos a la época de Maquiavelo, donde la definición de política se transforma: política es el arte del engaño; realmente la tendencia que adquiere dicho engaño: “abstraer la política de toda consideración y escribir acerca de ella como si fuera un fin" (Sabine, 1968), haciendo del poder ese fin que justifica cualquier medio necesario. De este modo los políticos comienzan a participar en las relaciones de control del poder.
Así estas dos dualidades se han utilizado para abstraer a la sociedad civil de la realidad de las relaciones de poder, mediante la libre elección de cualquiera de los dos lados del péndulo. Ya que, realmente nuestra democracia nace como marco perfecto para un incipiente capitalismo, que surgió tras las Revoluciones y las desamortizaciones, auspiciado por el movimiento ideológico y cultural del positivismo y del modernismo de los siglos XVII, XVIII y XIX. Y tras algo más de dos siglos de pervivencia, con una historia turbulenta de invasiones, como el reparto de África; de guerras, como las dos guerras mundiales y muchas más, caracterizadas por ser la sociedad civil la que registra más mortandad. Digno es constatar que hoy hay 65 conflictos armados en el mundo (23 de abril de 2022). Otra característica es la velocidad de transformación de la ciencia, de la tecnología, lo cual obliga al sistema capitalista a una evolución y transformación vertiginosa, con incierto fin.
Pero claro, en las sociedades con democracias estamos convencidos que el poder emana del pueblo, curiosa afirmación ya que el pueblo gobierna representativamente, y no de modo participativo, a diferencia de la poli griega. De este modo, esta dualidad simplifica la noción de los receptores, de la propia sociedad civil de los países desarrollados. Todo ello mediante el triunfo del espectáculo del día de las elecciones, como garantía de perpetuidad de la libertad y la justicia en el mundo; mediante un sistema cuyos resortes, cuyos engranajes son únicamente las bielas del capitalismo, la acumulación del poder y el interés general. Donde nuestros políticos, lejos de ocupar la locomotora del tren, cohabitan con grupos de presión e intereses más fuertes, tanto del primer poder, las grandes corporaciones empresariales, como del segundo poder, el sector público.
“Sector Público-Sector Privado”
Mientras es sector público representa el conjunto de organismos administrativos mediante los cuales el Estado cumple, o hace cumplir la política o voluntad expresada en las leyes del país. El sector privado es aquella parte de la economía que busca el lucro en su actividad, a más de no estar controlada por el Estado, o sea, las empresas que no son del Estado y las familias de la sociedad civil.
La ciudadanía vive inmersa en las dos dualidades, conviviendo entre las ventajas y las trabas, ya que la existencia de lo público, los servicios y lo privado es considerado consustancial al sistema jurídico del territorio.
Los grupos de poder necesitan controlar, mediante el equilibrio necesario, dichos sectores para que dicho control de poder sea efectivo, según el marco jurídico y legal del territorio en cuestión.
En los países democráticos suele predominar más el sector privado, mientras que en los países autocráticos predominará el sector público
“País democrático-país autocrático”
Las dualidades se generan para simplificar el tener que pensar, que ser críticos; y hacernos decantar nuestra opinión por un bando interesado, que distraiga nuestro raciocinio, tomando posiciones ideológicas impuestas por terceros, las cuales nos alienan. En este caso la trampa está más definida, ya que estamos expuestos a uno de los polos de la dualidad por mero nacimiento o nacionalidad.
Quien viva en cualquiera de los dos polos, recibirá información negativa, a modo de publicidad, acerca del modo de ejercer las relaciones de control de poder el otro polo de la dualidad.
Lo curioso de la evolución en la conceptualización de estos términos radica en los condicionantes de dichas relaciones de poder ya que, en los países democráticos, desde su gestación, siempre el capitalismo ha sido su canal conductor. Sin embargo, los países autocráticos han flirteado con el capitalismo, principalmente en el siglo XX, mediante los fascismos; aunque la pervivencia de dichos países autocráticos se ha consolidado en países donde las ideologías comunistas han absorbido el ideario político de sus gobernantes.
“Global-local”
Dos dualidades intrínsecas en la historia durante la evolución del ser humano, ya que siempre nos hemos ido exponiendo a continuas migraciones. Aunque dos dualidades que hoy interesa poner de moda, debido a las posibilidades, gracias a avances tecnológicos, de que ciertas corporaciones empresariales transnacionales puedan influir en modo más global en las relaciones de poder y en su control.
La consecuencia cultural, incluso civilizadora pasa por la occidentalización, en modo anglosajón, de casi todo el planeta. De este modo la identidad cultural, tanto a nivel individual, como colectivo, entra en una profunda e inadvertida crisis, homogeneizándose tanto nuestras ciudades, como el modo de vida de los propios ciudadanos.
En la actualidad hay una pérdida constante de valores y principios, como seres humanos individuales, a la postre, de una pérdida de nuestra propia esencia cultural. Valga el ejemplo de mi hija, habitual consumidora del Burger King, sin saber siquiera del arrós al forn, o el all i pebre, típico de su tierra.
Como intento de decantar la balanza hacia lo local, surgen movimientos e ideologías nacionalistas, donde prima más la construcción ideológica, que la realidad de los hechos históricos o nacionales defendidos. Lo local, las raíces, los orígenes, los nacionalismos son términos defendidos por colectivos que también surgen por intereses particulares, de familias influyentes que desean aumentar sus relaciones de control del poder, en sus regiones, los cuales chocan normalmente con los intereses de las grandes corporaciones empresariales, mucho más globales. Los nacionalismos también han sido manipulados por la dinámica de las propias relaciones de poder y del propio contexto de globalización, válgame el ejemplo de muchas de las independencias de las décadas de los ‘60 y ‘70; donde países africanos lograron un marco de independencia, ya que las circunstancias de los tiempos vividos lo requerían, aunque dichas independencias fueron basadas en dar un poder político autócrata, a ciertos líderes de etnias concretas, subyugando a otras etnias, para desde el mundo occidental mantener las relaciones de poder de lo que pasó a denominarse neocolonialismo.
“Creyente-Ateo; Creyente-Agnóstico”
Se trata de una dualidad paradójica, incorporada en la conciencia colectiva, gestada desde dentro de las instituciones de las religiones. Las formas religiosas en general: catolicismo, protestantismo, islamismo, judaísmo…; se enfrentan a una civilización materialista, que bebió de las filosofías de la Ilustración, del empirismo y del cientifismo de Hegel, Descartes y tantos otros. Ello hace que las religiones se defiendan, buscando un permanente clientelismo religioso, el cual rebaja la calidad, o sea, la vivencia espiritual, primando la cantidad, o sea, el número de fieles al ceremonial religioso.
Repulsa a los tiempos vividos surge el ateo, aquel que dice no creer en Dios, como respuesta a la creencia en el ceremonial religioso y a la creencia en la fe, en el mundo moderno.
Otra respuesta de la sociedad civil será el agnosticismo, que se confunde con el ateísmo, aunque es mucho más específico, ya que se trata de una negación de la fe, la cual proviene del traslado del empirismo y del cientificismo actual a la experiencia espiritual: lo que no es demostrable no existe para la ciencia moderna. O sea, no creo en Dios porque no es demostrable que Dios exista. El agnosticismo continúa en boga en la actualidad, la mayoría de la gente se reconocen agnósticos, independientemente de su nivel intelectual, lo cual sorprende. Lo curioso en las construcciones ideológicas, es que términos léxicos como el agnosticismo son conocidos para la mayoría, mientras el origen de dicha negación: el gnosticismo, pasa a ser desapercibido por el gran público.
Nuevos tiempos nos traen el siglo XXI, aquel en el cual las teorías de la desaceleración económica van concienciándonos poco a poco. Un nuevo reto se le presentan a las relaciones de poder, ya que si la desaceleración económica, la falta de recursos, la sobreexplotación, el cambio climático, el calentamiento global, la contaminación del aire, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, …; son nuevos condicionantes en las relaciones de control del poder. Los recursos son limitados, y ya están todos en manos del voraz depredador. Aunque dar sentido a esta explotación encarnizada debe de nutrirse de re-definidas dualidades, que logren confundir las conciencias sobre lo lejano y lo propio: primer mundo-tercer mundo, países desarrollados-países subdesarrollados o en desarrollo, países del Norte-países del Sur, países centrales-países periféricos. Tantos términos para camuflar el más vil engaño.
En conclusión, vivimos en un mundo donde las relaciones de control del poder necesitan forjar una ilusión de realidad que convenza a la ciudadanía, por lo cual nacen los dualismos como respuestas a los problemas que el complejo y plural mundo actual afronta, para auto regularse y satisfacer las mentes de gran parte de la humanidad. Necesitamos un motivo de vivir, necesitamos entender cosas, que si desvelásemos correctamente nos provocarían dolor, al no estar preparados para entenderlas acudimos a términos, conceptos que nos permitan pervivir, de forma velada, en nuestra humilde existencia.
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