Españolismo-Catalanismo, el engaño de otros “ismos”
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Españolismo-Catalanismo, el engaño de otros “ismos”
Autor: Raúl Estañol Amiguet
“las ideologías son formas de pensamiento que se intentan tomar de forma totalizante, como medios de comprender lo concebible que no puede ser presentado.”
Nunca una ideología toma fuerza sin el auge del interés creado por los poderosos, ante el entorno que les induce a la movilización. En Cataluña ha surgido, esta semana, la posibilidad de un referéndum de independencia. Un referéndum con dos preguntas.
La primera pregunta: ¿debe de ser Cataluña un Estado?, es una pregunta formulada a toda la población catalana, hecho el cual, si es verdad, respondería ciertamente a la legitimidad de la soberanía del pueblo, y entendamos que pueblo es aquel conjunto de seres humanos, habitantes de una cierta región. Aunque el gobierno español se niegue a la legalidad de dicha cuestión, por ser una pregunta no democrática, ya que excluye al resto de miembros del Estado español.
La segunda pregunta esconde una perniciosa y maquiavélica trampa, ya que aquellos gobernantes que dicen representar a los catalanes, aplastan y violan el principio democrático de muchos de sus ciudadanos, debido a que excluyen de la votación de independencia a todos aquellos catalanes que no consideran a Cataluña un Estado. O sea, otra burda manipulación del sentir del pueblo catalán, manipulación gestada para separar a los catalanes válidos para los intereses de los gobernantes, de aquellos catalanes que pudieran representarles un problema en el recuento del referéndum. O sea, para excluir a la porción de la ciudadanía catalana que no suscribe la ideología independentista. No soy catalán, aunque si descendiente de la antigua Cataluña, aquella del norte, que tan bien reflejada está en los Estanyol de “La Catedral del Mar”. También conozco y admiro a muchos catalanes, catalanes de distintas formas de pensar y de vivir, aunque catalanes todos, que deberían de ser considerados por igual, y de igual modo deberían de participar de las dos preguntas que pueden condicionar su futuro.
Pero, en la construcción de las ideologías, la historia es fundamental, ¿Cuándo nace la pretensión independentista de Artur Mas? El proceso actual de petición de un referéndum que podría catapultar a Cataluña como Estado Independiente, nace en plena crisis económica. El gobierno central del actual Estado español pretende contener la deuda pública, ya que la recaudación de impuestos se redujo tras el desplome de las facturaciones de las empresas, a partir de la actual crisis. Todo ello, orquestado por el Fondo Monetario Mundial y por la Comunidad Económica Europea. Para ello encomiendan a Cristóbal Montoro, ministro de hacienda, una política de contención del gasto de las autonomías, de aquellos gobiernos autonómicos que incurren en más gastos que ingresos. Las políticas de austeridad siempre son mal vistas por quienes deben de reestructurar su gasto, y a la postre, no disponen de la Caja Única, de la Hacienda Pública.
El recelo, la frustración, hace mella en los dirigentes de las comunidades autónomas, las cuales deben de luchar por diversos medios, en cuadrar sus cuentas públicas, y seguir con la posición de control del poder, en el gobierno de sus instituciones públicas. Ante todo ello, en Cataluña, una de las comunidades que más produce de España, existe un pueblo orgulloso de sus raíces y con una identidad colectiva enormemente diferenciada. Esta es la baza con la que cuentan las pretensiones políticas catalanas, muy distintas a las pretensiones culturales catalanas, pero que consiguen conjugar en una afrenta común nacionalista. Confundiendo en todo momento el término “catalán”, con la unificación de distintas formas de entender la ideología del “catalanismo”.
Cataluña es la comunidad autónoma con mayor deuda autonómica de España en valores absolutos: 57.952.000.000 euros. Siendo la tercera comunidad autónoma con mayor deuda autonómica de España sobre el Producto Interior Bruto, por detrás de la Comunidad Valenciana y Castilla la Mancha, con un porcentaje mayor al 27%. Cataluña es un territorio donde residen 7.565.603 habitantes, en base a datos de 2002. Según datos que barajan los economistas, cada catalán debe al Gobierno de España 7.659 euros. Todo ello es falso, ya que no entenderé nunca el porque la sociedad civil debe de responsabilizarse de los errores de gestión de nuestros incompetentes políticos. La deuda es de más de 57.950 millones de euros, y dicha deuda es responsabilidad de los malos gestores políticos de Cataluña, los cuales deberían de responder de sus negligencias al pueblo, y no torturarlo en un proceso independentista engañoso, que distrae la voluntad del pueblo. Por mi parte, yo me siento avergonzado e indignado de mis gobernantes, ya que soy nacido en la Comunidad Valenciana, y nuestros gobernantes son aún más infames y mezquinos.
Por último, otra realidad me gustaría desvelar. Es una realidad que los gobernantes catalanes conocen, aunque su soberbia y construcción de ideologías, les facilita el ocultar. Me refiero a que no les interesa la independencia que tanto proclaman. Es fácil el enunciar el timo pertrechado. Para la independencia de Cataluña, un requisito de sus propios gobernantes sería la inclusión en la Comunidad Económica Europea, lo cual es totalmente inviable debido a su deuda, ¿Quién va a comprar 57.952 millones de euros de deuda, para pagársela al estado español?. Esto me recuerda a la expropiación de YPF en Argentina, la cual acabarán pagando todos los argentinos. ¿Quién creéis que acabaría pagando dicha deuda?, ¿los magníficos gobernantes catalanes? Los gobiernos siempre han vivido de la sociedad civil, y en el momento actual de capitalismo, las democracias son el marco jurídico-legal que utilizan para adquirir más poder. Todo sea por su poder…
Para terminar de hacerme entender, mostraré una síntesis de una tesina que realicé sobre las ideologías, esas “historietas inventadas con un fin concertado”, (50:140, Solidaridad y Conocimiento, el futuro una sociedad civil responsable, Estañol R.)
Bajo mi propia apreciación un problema se cierne sobre las ideologías, un problema nacido de la propia naturaleza del ser humano: la superioridad moral de quien se cree en posesión de la verdad. La narración de las ideologías tiene una contraindicación derivada de quien o quienes la narran y aquellos que tienen responsabilidades en su acatamiento, ya que la ideología unida a la conquista del poder les dota de una siniestra superioridad moral, la cual les legitima para tomar acciones y medidas contrarias al respeto de la dignidad de cualquier ser humano o simplemente medidas irresponsables; aunque siempre con la correspondiente divulgación de la ideología imperante a la sociedad civil, por todos los sistemas mediáticos posibles. El ser humano tiene una tendencia natural a la educación del prójimo, a enseñar lo que sabe y lo que conoce; aunque criterios de responsabilidad nos deberían de advertir contra la creencia de ser los portadores de la Verdad.
La falta de responsabilidad de la intelectualidad progresista de los últimos siglos ha conducido a la sociedad civil a creer fielmente en la era del progreso, mediante una ideología hereditaria parcialmente del republicanismo, en la cual la humanidad está evolucionando hacia la libertad del ser humano, considerando verdad la teoría general de progreso, como un fin en sí mismo, como un fin teleológico. Por otra parte, la misma intelectualidad progresista se empeña en desautorizar toda ideología que se base en un origen cierto, mitológico o divino, el cual sea el objetivo a seguir por el devenir de la humanidad, ya que según dicha intelectualidad el creer en las ideologías míticas solo puede llevar a futuros autoritarismos, concertados por los creadores de dichas religiones o ideologías.
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