Los Verdaderos Actores del Desarrollo en África Subsahariana
Notas sobre la Cooperación al Desarrollo
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Los Verdaderos Actores del Desarrollo en África Subsahariana
Autor: Raúl Estañol Amiguet
Capacitar a las contrapartes es la herramienta esencial para la Cooperación al Desarrollo Internacional. Que bonitas palabras para un contexto tan complejo, el de un mundo dinámico y tan desigual.
En África Subsahariana, la situación se complica aún más. La dependencia económica, la falta de recursos, la inexistencia de tejido productivo, los conflictos armados, la pérdida de generaciones enteras por la alta mortalidad reciente producida por enfermedades epidémicas y por la violencia de una población desconcertada, la corrupción política provocada tanto por la responsabilidad de los intereses creados por los países del Norte, como por sus mediocres gobernantes, la falta de educación y de tecnificación. Todo ello es un cóctel que solo el tiempo y una paz durade-ra podrían solucionar.
Los africanos son el único potencial verdadero, son los legítimos actores de su propio desarrollo, por mucho que el sistema de Naciones Unidas nos deseen confundir con otro tipo de acciones, como las directas de Ong’s, que den una hipotética legitimidad de solidaridad.
Si deseamos ayudar lo único que deberíamos de hacer es promocionar el potencial latente en los habitantes de dichos países, en ello radica la identificación de con-trapartes locales, de aquellos que sirvan de ejemplo a sus vecinos, a sus comuni-dades. Aunque también aquí incurrimos en otros errores, a que lo fácil es encon-trar contrapartes entre las personas más formadas de un país, entre universitarios, o simplemente entre personas reconocidas que se desenvuelven bien en su país.
La trampa vuelve a estar servida, ya que dichas personas viven en el sector de la población del 20% privilegiado de las ciudades africanas. Voy a explicar mejor una evidencia que suele escapar de nuestra memoria: En la mayoría de los países de África Subsahariana se produce una paradoja fácilmente demostrable, ya que es-casas son las ciudades principales en cada uno de sus países, y en dichas escasas ciudades, en el 80% de su extensión territorial viven el 20% de la población privilegiada de las ciudades africanas. Por otra parte, el resto de realidad es el que des-caradamente se relativiza, ya que el 20% del territorio restante se localiza en el extrarradio de dichas ciudades, verdaderas barriadas de chabolismo, con micro chabolas de cinc amontonadas unas sobre otras, con el 80% de la población, la mayoría de los seres humanos que viven en ciudades, hacinadas en una vida mise-rable, sin las mínimas condiciones de salubridad.
El 20% de la población privilegiada, que habitan en la mayor extensión de la ciu-dad, pueden permitirse incluso el acudir a los mercados formales, eso no es de por sí malo. Pero en teoría el desarrollo no es para ellos, entre los cuales se llega a gestar incluso un negocio rentable de cooperantes de los países del norte, en busca de mejorar sus distorsionados estados emocionales, mediante disfrazadas sen-saciones altruistas.
En realidad el desarrollo no es para ese 20%, más bien es para el resto, para los pobres, para esa gran mayoría de seres humanos que sobreviven gracias a las economías informales, al mercado soberano del pueblo, único sistema actual de subsistencia para ellos.
Sin embargo acudimos a los privilegiados africanos del 20%, los cuales miran de reojo y con indiferencia a sus hermanos desafortunados, al poblacho sin recursos, ya que los huérfanos del “Slum” no tienen carrera universitaria, ni legitimación ninguna, de sus hermanos africanos, ni de esos hipócritas que dicen realizar co-operación al desarrollo desde los países del Norte.
Y mientras, en el mundo occidental, con la hipocresía y la falta de miras que nos caracterizan, alabamos que se mantenga como único objetivo del milenio de Na-ciones Unidas, en materia de educación, el simple acceso a la educación primaria, a la falta de alfabetización en los países del Sur.
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