Elucubraciones del autor.Estrategias para que una economía no sea libre.
Autor: Raúl Estañol Amiguet
“Todo grupo de control de poder se basa en un sistema instrumentalizado de dependencia de la sociedad civil”
En todo grupo social existen estamentos con distintos niveles de poder, destacando el conservadurismo de las capas sociales más preeminentes, con el fin de mantener sus privilegios. A lo largo de la historia esas relaciones de control del poder se han basado en distintos condicionantes, los cuales se deben de analizar para entender mejor que grupos sociales ostentan y se reparten dicho poder, así como sus relaciones con los grupos sociales a los cuales someten mediante distintos tipos de dependencia.
Remontándonos, como ejemplo, a civilizaciones de la antigüedad, los sistemas de control de poder aceptaron un sistema de dependencia, el cual hoy en día es por igual reprochable, como desconocido en sus justas medidas. Dicha dependencia se denominaba esclavitud, o sea, una persona (esclavo) es propiedad de otra persona (amo); siendo realmente el nivel más bajo de dominación en la sociedad civil de dichas civilizaciones, así como un sistema necesario para el correcto funcionamiento y mantenimiento de los privilegios por las capas sociales privilegiadas de la época.
Remontándonos, como otro ejemplo, a la Edad Media, aunque persistió en menor grado la esclavitud, hubo un paso gradual, gestándose en el escalafón social más bajo la servidumbre, estado de miembros de la sociedad civil, en teoría libres, sin recursos económicos y con clara dependencia con los señores feudales y sus necesidades. Los señores feudales no tenían ningún tipo de obligaciones con dicha servidumbre. También existían las relaciones sociales de vasallaje, las cuales estaban correctamente asumidas tanto por los señores que ofrecían defensa, como por los vasallos que estaban obligados a servirles o a pagar ciertos tributos. Siendo el rango superior el Rey; aunque dicho sistema de gobierno del señorío comparte poderes y privilegios, con la Iglesia. La Iglesia es una institución desarrollada desde finales de la caída del Imperio Romano de Occidente, la cual acumulará el conocimiento en sus monasterios, y no dudará en utilizar el pecado como instrumento que les legitime en el control del poder, o sea como principio para obstaculizar, alienar e incluso aniquilar la verdadera naturaleza humana.
La propiedad privada no existía, lo cual nos da a entender, en modo esclarecedor, que los privilegios se adoptaban en modo distinto a en la actualidad. Dichos privilegios eran gestados por el mero nacimiento, con el condicionante de azar del orden en dicho nacimiento y del sexo, en cualquier familia, la cual dispusiese de una porción de privilegios.
Al final de la Edad Media existen muchos intentos de cambio en los órdenes de poder establecidos, entre estos grupos de presión existen quienes, ostentando riquezas, no ostentaban ciertos privilegios. Destacan entre este grupo los prestamistas, muchos de ellos judíos, los cuales son repudiados, cuando no convenían a las monarquías o a la Iglesia. Con la presión ejercida por las deudas, los prestamistas y financieros irán adquiriendo en el transcurso de los siglos una mayor capacidad de control del poder, desarrollando nuevas relaciones de dependencia, las cuales les dotan de privilegios.
En el proceso de finalización de la Edad Media, se impone en el mundo occidental, lo que denominamos Edad Moderna o era de la Modernidad: implantación del enciclopedismo, avances científicos, búsqueda de nuevos ideales de progreso, libertad, igualdad, fraternidad… Aunque lo realmente interesante es el cambio en las relaciones sociales, en el contrato y en la implantación de la propiedad privada. Para ello es imprescindible centrarnos en la transformación de los actores que sustentarán los privilegios y en el modo de perpetuar dichos privilegios. Una paradoja surge tras la Edad Media, época excesivamente criticada y endemoniada por el pensamiento contemporáneo como época salvaje y autoritaria; sin embargo, al aparecer nuevos condicionantes económicos, tanto las clases privilegiadas europeas, como las americanas, en la Edad Moderna, no dudaron en recuperar la relación de dominación de la esclavitud, nutriéndose del secuestro de africanos y de la anulación de todos sus derechos; relaciones de poder que perduraron hasta el siglo XIX. En este proceso influyó mucho la creación de una nueva clase social: la burguesía.
Se generan marcos constitucionales en los diversos países soberanos, donde los gobiernos desplazan parcial o totalmente a las monarquías occidentales, mediante las nuevas democracias; desplazando también parcialmente el poder eclesiástico, mediante las “desamortizaciones”; o sea, quitando derechos de propiedad tanto al estamento eclesiástico, como a la nobleza.
Este proceso no es uniforme, a la vez que se producirá en modo distinto en el medio rural, donde dichos cambios son más lentos. Mientras en el medio urbano, donde dichos cambios se acelerarán debido al proceso de industrialización y al desarrollo de la propiedad privada, auspiciada por el crecimiento de las ciudades y por el éxodo rural que se propiciará en varios siglos.
Estos nuevos tiempos llevarán a una cierta apertura de las economías, las cuales abren las posibilidades de enriquecimiento de la sociedad civil, desarrollándose la burguesía, nueva clase social que irá adquiriendo privilegios. Las causas de dicha apertura en derechos y posibilidades a la sociedad civil vienen dadas por la misma esencia de la era de la Industrialización, donde la fabricación en serie aumenta la oferta, necesitando dicha oferta un mayor número de consumidores, los cuales conformen la consecuente demanda, siendo quienes conformarán una futura sociedad de consumo. Aunque en verdad, dicha apertura nunca llevará a una economía de libre mercado, más diría al indicar que simplemente los focos de poder serán más plurilocales, con un reparto más complejo del poder económico, aunque con el mantenimiento de los privilegios en los distintos niveles de control del poder.
Este proceso de reparto de poder, en la revolución industrial encontró la oposición de movimientos por los derechos sociales de los trabajadores, lo cual unido a la necesidad de un mercado de consumidores amplio, debido a la producción en serie, suscitó mejoras en las condiciones económicas de los trabajadores y de sus familias. Gracias a este proceso económico crecerá cuantitativamente la clase social media, con pretensiones y ambiciones de incrementar su calidad de vida y de poder ascender a otras capas sociales. Todo ello derivó en la creación de nuevos grupos de control de poder, con la generación de los sindicatos, instituciones que teóricamente velaban por los derechos de los trabajadores; y posteriormente con el desarrollo de partidos políticos, teóricamente vinculados a los ideales de dichos sindicatos. Aunque a nivel práctico, se instrumentalizarán en instituciones públicas, las cuales van a optar al reparto de privilegios que se producirá desde el gobierno de los países, occidentales y democráticos. Estos movimientos de izquierda se basan en una endeble ideología, la cual pretende eclipsar la misericordia cristiana, mediante la adopción de una legitimidad que permita a la sociedad civil pensar en que estos partidos políticos buscan la bondad hacia los débiles, hacia los que menos recursos tienen. Aunque en el mundo moderno, dicha bondad es enemiga del principio de bien, ya que está bañada de lástima, de “buenismo”, de una debilidad que no permite observar la potencia en el prójimo, aniquilando su posibilidad de desarrollo. Al igual que desde la Edad Media, las diversas Iglesias utilizan el pecado como instrumento de tortura, como principio para reblandecer, obstaculizar e intentar aniquilar la verdadera naturaleza humana. Con la modernidad nacen nuevos condicionantes en la toma y el control del poder, ya que los políticos van a necesitar el voto en las elecciones de las clases sociales mayoritarias, las cuales son las más empobrecidas. Dicho voto representará el objetivo último de todos los partidos políticos, los cuales se instrumentalizan como verdaderas corporaciones empresariales, cuyo beneficio depende del control en las elecciones.
La gran paradoja de los partidos de izquierda surge tras años de reparto de poder y de intento de dominación en la elección del voto, ya que desde sus inicios decían luchar en favor del derecho de los trabajadores. Dichos partidos de izquierda en la actualidad, con el aumento de las personas subsidiadas por matices sociales, las cuales no trabajan; han cambiado sus ideologías de dominación hacia dichas bolsas de la sociedad civil, sin importarles lo más mínimo la dependencia generada, y las reticencias que van a tener estas personas a la vuelta al mercado laboral. Lastrando de por vida un sinfín de personas que permanecerán dependientes de los vaivenes de la economía y de los intereses y designios de nuestros gobernantes, sus nuevos amos.
El reparto de los privilegios, el control del poder, hoy en día se centra en el plano financiero y en el control de dichos flujos financieros, torrentes de energía que todos aspiran a dominar, evitando el reparto justo o equilibrado. Los partidos políticos, y sus subsidiados sindicatos, en nuestra falsa democracia, en la oscilación vacilante de una sociedad civil confundida y sobre informada, aspiran a manejar el máximo de dichos flujos financieros, mediante la parte de impuestos que logran acaparar. Las grandes corporaciones, supuestamente empresariales, en realidad más financieras y subcontratistas de empresas pequeñas y medianas, así como de autónomos independientes; obvian la gestión empresarial, en favor de los beneficios suculentos producidos por el movimiento de los flujos financieros y por el control de los subcontratados, en un marco institucional del estado de derecho, viciado y configurado para las tretas de dichas grandes corporaciones empresariales, y de sus subvencionados políticos. Los antaño sistemas de control de poder: la Iglesia y la Monarquía han pasado a un segundo plano, más representativo, con unas finanzas holgadas, aunque sin el control de poder de tiempos pasados.
En la actualidad, compartimos relaciones sociales muy complejas, ya que somos una sociedad muy diversa y plural, donde la especialización, la fragmentación de saberes, la evolución tecnológica, el laicismo, la dualidad política; son fundamentos que coexisten en una era de exceso de información. Dicho exceso de información, el cual nos desborda, desconcierta el discernimiento de la sociedad civil, dificultando una toma de decisiones racional, ética y que nos ayude en nuestro desarrollo personal. Necesitamos fiestas, vacaciones, celebraciones periódicas, excusas, razonamientos hipócritas, vanidades, mentiras; para sobrevivir a nuestras carencias. En nuestra sociedad, caduca y fatal, el sentimiento de alivio es un bien preciado, sobre el que nos cobijamos, y el cual nos permite subsistir en nuestro alienado marco de dependencia. Nuestra moral, la cual se acopla con extrema rapidez a la volatilidad de los condicionantes; dista tanto de la veracidad de las cosas…
A nivel individual, entre los miembros de la sociedad civil, la debilidad del ser humano está basada en los convencionalismos, en el hacer lo considerado correcto, mediante nuestros comportamientos y nuestras acciones cotidianas. El hombre moderno se esconde en el ideal, en ideologías que acogen benévolamente como doctrinas, para conducirles de forma confundida por el sendero de las relaciones de control de poder. La búsqueda de la verdad es denunciada, perseguida e instigada. Quien osa buscarla es considerado persona extraña y malvada, ya que contraría los falsos valores y la hipocresía impuesta en nuestro mundo. Nuestro constructo social, gestado en la era de la modernidad, intenta responder del modo más conveniente a la evitación total de afrontar la realidad. El “buenismo” en la actualidad nos impide observar dicha realidad en plenitud, dicho pensamiento es gestado mediante la ideología del progresismo, en la Era del Modernismo. Aquel que rebase la barrera marcada por dicho progresismo, será denunciado por trasgresor y malvado. Paulatinamente van desarrollándose doctrinas basadas en discriminaciones positivas y en nuevas y arbitrarias teorías del comportamiento, que marcan a la sociedad civil las pautas a seguir en su modus vivendi. Todo ello mediante la generación de una ingeniosa teleología, la cual permita a las clases sociales más privilegiados detentar el poder.
La última deriva surge con la postmodernidad, la cual en el pensamiento se traducirá en la posverdad, la cual distorsiona deliberadamente la realidad, primando como objetivo las emociones y las creencias personales, frente a los hechos objetivos. En la postmodernidad “todo vale”, generando un sinfín de nuevas reflexiones, las cuales logran, de nuevo, movilizar las sociedades, mediante populismos que gestan un posibilismo sobre aquello que es falso o erróneo, pero creando un marco ideológico que lo haga creíble a la sociedad. De este modo se renuevan las fórmulas que condicionarán en un futuro reciente las nuevas relaciones de control del poder.
Con todo ello, haciendo alarde del dicho castellano: a rey muerto, rey puesto; y muerta la monarquía o, mejor dicho, convenientemente controlada y subsidiada la monarquía y la Iglesia, así como los altos cargos del ejército. Mi principal interés se basa en razonar y relacionar como se manipula y se controla de poder, hoy en día. Así como, la estrategia que utilizan para que la economía no sea libre, y esté siempre condicionada al mantenimiento de los privilegios de las grandes corporaciones empresariales, en total complicidad con los partidos políticos que nos legislan y gobiernan. Y como, los poderosos mantienen el control de la sociedad civil consiguiendo una sociedad civil alienada, dirigida, distraída, desconcertada, atrapada, vulgar, atontada, engañada y esclavizada.”
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