La Era de las Aves Carroñeras
Esencias del Saber
www.fundacioncronosvidaycultura.org
La Era de las Aves Carroñeras
Autor: Raúl Estañol Amiguet
Tras un sueño desolador, desperté empapado en sudor, con la respiración entrecortada, des-esperado, con los ojos perplejos, la mirada fija, observando rígidamente la nada. El sueño, la realidad, el mundo siniestro por el que pululamos, todo se estremecía en mi alma. Experien-cias, dolor, la miseria de nuestro entorno, todo confluía en mi pesar.
Sentía un robo, un ultraje a mi existencia. Mientras, sentía el sonreír de aquellos que se cre-ían vencedores en un mundo donde el que más tiene, más vale. Donde el que carece, ambi-ciona. Donde lo importante es poseer, olvidando la esencia del ser.
El Ser es la meta olvidada, bajo la magnificencia del parecer. Hoy ya no importa nuestro Ser, más bien importa lo que conseguimos, nuestros éxitos y el alcance de nuestras ambiciones. En la civilización del materialismo y de la desidia, se legitima el realizar las acciones más vi-les, más miserables y degradantes que podamos prever.
Recuerdo que para sobrevivir en un mundo de logros, creé una Idea, una empresa de servi-cios, donde la calidad y la utilidad recibida por los ciudadanos, primase ante las necesidades de beneficio de las sociedades capitalistas. Una forma de subsistir en un mundo decadente, en un mundo con una profunda crisis de valores.
Un complot se fraguó en contra mía. Un complot se fraguó para perjudicar a las familias que se alimentaban de mi Idea, de mi empresa. Lo lamentable en ello, es, quienes forjaron la conspiración, ya que no fueron personas ajenas. Personas cercanas, que enseñé, formé, dele-gué y legitimé en sus tareas. Personas cercanas que en lo más profundo de su ignorancia, pretendieron ambicionar lo que no era suyo, aunque lo que sí codiciaban.
Pertenezco a la clase media, al seno del pueblo, y soy plenamente feliz por ello. Feliz por con-vicción, feliz por no desear concupiscencia, ni en riquezas, ni en fama. Feliz por desear tan solo un crecimiento individual, que mantenga mi mente en calma. Tal vez por ello viva estos desengaños, aunque ello no me desespera, ya que continuaré cercano a mis allegados, en un estado contemplativo que me permita la búsqueda de mi esencia.
Vivimos en una era de aves carroñeras, donde el materialismo induce a pensar que el fin de los logros humanos es la consecución de dinero y poder. Confundiendo los medios en fines, el alimento en basura. La razón humana, el logro de nuestro discernimiento, se emplea para es-te empeño, mediante la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia. La justicia, el bien, la moral, la verdad, la rectitud, han perdido sus significados, ya que lo po-sible es lo legal, por enmarañadas intenciones que lo susciten. Nuestra civilización ha dado pie a la transformación del ser humano en bestias, en aves carroñeras cuya razón es empleada únicamente en la satisfacción de nuestros deseos más bajos, perversos y placenteros. La vir-tud está muriendo, nuestra alma cegada, nuestra razón pervertida y nuestros sentidos con-fundidos.
Me propongo describir los vuelos de tres aves carroñeras que han intentado alimentarse de mi espíritu cual inmundas sanguijuelas. Las cuales, en la vanidad de sus anhelos, solo alcanzarán la perturbación de su locura, la desesperación de su demencia. El despropósito de apropiarse de lo no propio.
La primera de las aves carroñeras puede ser reconocida por su vuelo a corta altura, por su dependencia del fácil alimento, por su cercanía a aquellos que al ayudarle pueden firmar su sentencia. Su disfraz engaña, ya que aparenta fidelidad a su trabajo, a sus compañeros y a su entorno. Aunque, se puede llegar a intuir fugazmente su peligro, en sus cambios de conducta, de itinerario de vuelo, ante el transcurso de los avatares. Así y todo, al volar a corta altura, nunca se puede anticipar la frivolidad de sus intenciones. Sólo aquellos a quienes, por la sabiduría del tiempo, va dejando atrás pueden reconocer la avidez de su voraz apetito, la crueldad de su tragonería. La característica principal de este ser inmundo es la ambición y la envidia. Construyen un pensamiento tan egocéntrico que confunden la luz por oscuridad, recreando en sus mentes una legitimidad que les ciega en sus maquiavélicas acciones. Navegan en la ignorancia del egoísmo, llegando a creerse el conocedor y hacedor de todo. Su falsa humildad y la afabilidad de su carácter confundirán siempre. Aunque sus actos terminarán demostrando su carácter superficial y malintencionado.
La segunda ave carroñera, en realidad no es solamente carroñera, ni tan siquiera es propiamente un ave, aunque concilia fácilmente con ellas. Es omnívoro y se desenvuelve cómodamente por todos los medios. En realidad es como el ángel caído, como aquel que teniendo la recta conciencia a su alcance se confunde y equivoca por la incompetencia de sus decisiones. Suele dedicarse a actividades profesionales, asesorando a los que en la tristeza de su soledad, realmente repudia, y considera seres inferiores. Nunca se encuentra complaciente con lo que ostenta, ya que entiende merecer más. Cubre la desesperación de sus ansias de poder mediante una verborrea incoherente sobre sus habilidades y potencialidades que le permiten subsistir en una posición inferior a la que creen que debieran tener. Como ya dije, habitan en todos los medios, aunque se sienten mejor en su natural hábitat, el fango. Su principal característica es que se venden al mejor postor, olvidando la fidelidad y confianza que tantas veces preconizaron. Judas, el delator de Jesús fue uno de ellos. Debo de apostillar que en el mundo actual, con la merma total de principios, nos encontramos plagados de estos seres repugnantes.
La tercera ave carroñera vuela por los cielos, planeando de forma majestuosa, con sus miras en las riquezas, con el objetivo de alcanzar una vida cómoda, apropiándose por derecho de observador, de forma ilícita, de los bienes de terceros. Su diferencia frente al águila imperial es que no caza, no lucha, más bien se aprovecha de los demás y de las partidas ajenas. Su característica principal es su agradable proceder, que deslumbra, con-fundiendo, tanto a sus cómplices, como a sus presas. Es el ideólogo de los agravios. Aunque también se caracteriza por su vagancia y pocas ganas de trabajar, desarrollada posiblemente por su vuelo de planeo, por la posibilidad de desenvolverse con agradables palabras, y por su falsa apatía hacia todo lo que le envuelve. Suele provenir de las relaciones comerciales, donde la fachada y la apariencia se suelen imponer al mundo de las esencias.
Otros seres repugnantes transitan por nuestras vidas, frente a pocos seres luminosos. Esos pocos deben de esconder sus ideales tras la discreción de su humildad. Aunque si alguna obligación tienen esos pocos, es la de denunciar las malas artes de quienes, con el amparo de la desidiosa “Era del Progreso” en la que vivimos, siguen buscando acumulación de riquezas, de dinero y de poder, que les permita regocijarse sin entender como equivocaron su errático sendero, como vendieron su pobre alma.
https://www.facebook.com/FundacionCronosVidaYCultura
Volver