La Felicidad en Nuestro Mundo
Esencias del Saber
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La Felicidad en Nuestro Mundo
Autor: Raúl Estañol Amiguet
Felicidad, bello concepto, concepto clásico, que se pierde entre tantas y tantas verdades transcendentales. Felicidad, ¿es un medio?, ¿es un fin?.
Dalai Llama dijo: “felicidad es mente en calma”.
Un proverbio más funesto dice: “felicidad es el olvido” (de lo malo acontecido).
En la actualidad, en cooperación al desarrollo decimos: “feliz nos es el que tiene más, sino el que menos necesita”
Al igual que el río, aquel que nace en las elevadas montañas, aquel que discurre entre sucesivos montes y laderas, deslizándose entre meandros, charcas y rocas.
Así se desliza nuestra vida, entre las entrañas del tiempo. Nosotros también nacemos, crecemos y tomamos decisiones, ¿somos nosotros o las circunstancias que nos rodean?
No sé, aunque si observamos el fluir del río, algo aprenderemos. El agua en unas zonas es cristalina, y en otras ella misma se torna agitada y polvorienta, incluso violenta, ante el murmullo de la cascada. El río, toma rutas subterráneas que nos hacen creer en su desaparición. Y de repente, ahí aparece.
¿Les suena?
Nuestras vidas nos conducen por desagradables imprevistos, contrarios al deseo de felicidad. Aunque ¿se puede desear realmente la felicidad?, o ¿surge con naturalidad ante el desapego de lo superfluo?
El río, más adelante, calma su curso, desciende el desnivel en su trayecto. Ya el océano se encuentra próximo, ya podemos percibir los inicios del delta, el comienzo de su fin. ¿Fin o comienzo de algo desconocido?
Muchas cosas hemos vivido, y acontecimientos nuevos siguen apareciendo ante nuestro continuo discernir. Los seres humanos también suspiran ante la vejez de sus vidas. Algunos de nosotros, contemplativos, insaciables en el aprender, percibirán sensaciones nuevas, gratificaciones que el destino nos aguarda para todos.
Entonces una pequeña llama se ilumina. Una luz que envuelve a unos amigos, a una familia, incluso a una comunidad entera.
El río, exhausto, finaliza su discernir, se une al infinito océano, converge en la unidad.
Pero una posibilidad resta, ya que el recuerdo de la diminuta lumbre, puede quedar inmersa en cada uno de nosotros. Consigamos mantener en nuestra memoria lo memorable. Cada uno de nosotros, seamos libres en elegirlo.
(…)
Recuerdan cuando al principio les hablé del río, de su vida y de su morir.
No seamos demasiado trágicos, ya que en el morir del río, se encontraba el océano. Por las leyes de la naturaleza, el agua del océano se evapora. Sube, asciende hasta lo más elevado del cielo.
Y en nuestras vidas, ¿cual es el sorpresivo viraje que va a acontecer?
¿No sé?
Aunque el mar evaporado, converge en una esperanza, toda ella se acumula, generando una masa compacta y gaseosa. Sí, las nubes toman distintas formas, transportadas por el viento, hasta su precipitada caída en forma de lluvia, nieve o granizo.
El ciclo del mundo es perfecto, sólo confundido por nuestro discernimiento. Nuestra felicidad puede encontrarse secuestrada en nuestras sensaciones, en nuestras emociones o en nuestra propia mente.
¿O no?
Espero que por unos segundos, por unos minutos, halláis podido pensar que lo leído, lo entendido en este breve escrito haya tenido algún sentido.
“Ya que el río volverá a aparecer, esperando continuar su curso”.
Dedicatoria: a mi padre y a todos los padres fallecidos.
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