Los medios de comunicación. Una sociedad civil dirigida.
En la actualidad somos sujetos receptores del mayor volumen de información jamás ofertado. Esta afirmación, relatada como uno de los discursos de emancipación del ser humano tan bien presentado a la sociedad civil por el pensamiento que deviene del modernismo, satisface, tranquiliza y acomoda a una sociedad civil del mundo occidental, y por mimetismo, del resto de países del mundo. La información nos llega mascada, triturada, como la papilla que toman los recién nacidos; ya que se basa en pequeñas historias o breves fotogramas contadas en todo momento de forma unilateral, sin ningún tipo de pretensión de esconder la ideología a seguir por el diverso medio de comunicación, la cual es refrendada por el grupo de poder propietario del medio en cuestión; y con un acomodado clientelismo perteneciente a la sociedad civil, el cual simplemente consume la información que más le interesa o con la cual es más afín; o sea, información a la carta, usted desea una ideología sentimental sobre los autoritarismos, dispone de los medios a su alcance, usted desea refrescarse con una ideología progresista, con tics de siempre mejoras sociales y con el ideal modernista de mayor libertad para el ser humano, o como mínimo para el ser humano trabajador por cuenta ajena, tiene los medios que le permitirán sentirse feliz; usted pretende conservar las tradiciones, los status quo a nivel empresarial, y todo lo concerniente con la ideología del “realismo político” o mejor dicho “realismo económico”, dispone de los medios de comunicación que les van a satisfacer de grata forma. El buffet para la sociedad civil está servido, de este modo todos podemos sentirnos representados y creer que se nos escucha.
Un ejemplo de lo que iba a deparar todo el siglo XX hasta nuestros días se produjo en
Por una parte los medios de comunicación subsisten gracias a la publicidad, las empresas privadas, el primer poder, dirigen a la sociedad civil hacia un voraz entretenimiento, el consumismo se prioriza, como ya expliqué en el punto sobre el consumismo, también el consumismo de información. Para remontarnos al origen de la publicidad debemos de observar el siglo XIX y XX, donde la sociedad civil ha ido consolidando un logro en sus derechos, ya que el sufragio, el derecho al voto se ha ampliado enormemente, todo ello son victorias de la democracia, victorias que consolidan temores entre el primer y el segundo poder, ya que se debe de seguir controlando a la multitud inmunda. Dicho control, en
La neutralidad ideológica de los medios de comunicación no existe, el accionariado privado, perteneciente a Holdings empresariales dirige la transmisión de la “verdad”, hecho el cual analizado con criterio y sentido común, resulta cómico ya que la misma noticia puede ser explicada de forma muy distinta según el medio de comunicación en cuestión. De este modo nos encontramos ante un sinsentido de una información pervertida y perversa a la vez.
Por otra parte, las instituciones públicas también comunican la “verdad” a la sociedad civil, una “verdad falsa” por fragmentaria, teñida de intereses políticos y económicos, por supuesto da igual que hablemos de derechas que de izquierdas, de conservadores que de progresistas. Hago el inciso de explicar este párrafo aparte del anterior para detallar una realidad fácilmente constatable, aunque imperceptible por la sociedad civil, la cual al consumir el exceso de información fragmentaria que se les ofrece no recapacita sobre los cimientos de ideología que se está vertiendo sobre ellos. El segundo poder, el sector público, goza de una legitimidad creada y cimentada progresivamente, en base a la narración ideológica de que son los garantes del “estado de bienestar”, que tiene la sociedad civil en la actualidad ya que son los defensores acérrimos de todo aquello que tiene una connotación de “social”; cuando en realidad el Estado es el conjunto de instituciones que deben de regular y administrar dicho “estado de bienestar”, ya que los verdaderos garantes somos la sociedad civil, los que pagamos para que el sistema subsista. Pero claro, el poder del sector público es complejo y dicha maraña de administraciones públicas e instituciones afines tienen sus garras hundidas en el poder político del Estado, ya que son la cantera mayoritaria de nuestros gobiernos, lo cual les permite perpetuarse en sus funciones y consolidarse como referente de la sociedad civil.
Un discurso ideológico, más bien demagógico, que nace de las mismas entrañas de la maquinaria del Estado, es el que considera al sector privado como un nido de víboras, como los únicos garantes de la corrupción, del interés creado y como un sector enemigo del sector público, ya que si algún empresario decidiese introducirse en cualquier gestión pública, por lógica sería para manipular, enriquecerse ilícitamente y robar a la sociedad civil. O sea, “la protección del Estado es necesaria ante la vorágine del libre mercado”. Toda narración ideológica parece surgir para tapar engaños, para conducir el rebaño, o sea la sociedad civil, como si el “léxico último” que tan bien explica R. Rorty, tuviese que crear nuevos léxicos que sirviesen para argumentar y defender ciertos intereses y privilegios, aunque incurriendo en múltiples paradojas y contrariedades. Un claro ejemplo es visible en la crisis actual, donde el gobierno ha publicitado en todos los medios que los responsables de la crisis eran en primer lugar las empresas privadas de la construcción, las cuales nos engañaron a todos con el simple ánimo de lucrarse; en segundo lugar las empresas privadas bancarias, las cuales dispararon el crédito de forma diabólica para engañar a todo el mundo y continuar lucrándose, un inciso: las cajas de ahorros son las entidades financieras con mayores problemas, y sus órganos directivos están llenos de jubilados políticos y demás tratos de favor con cargos públicos; en tercer lugar, y esto es más disparate todavía, al analizar los gobiernos que se relajaba el consumo y por ello no remontaba la economía, tuvieron la desfachatez de insinuar que la sociedad civil era la responsable de la crisis ya que habían dejado de consumir, acto lógico ya que debían de ahorrar ante las previsiones tan nefastas que daba el crédito a nivel mundial; pero bueno, y la responsabilidad de nuestros gobiernos ¿donde está?, curiosa pregunta para la sociedad civil, la cual no se la plantea ya que nuestros políticos siguen sonriendo sus gracia a una sociedad civil pasiva. Gracias que se transforman en evidencias cuando la maquinaria de los Estados comenzó a apoyar financiera y legislativamente a los grandes bancos y a las grandes empresas transnacionales, válgame el ejemplo español de las ayudas millonarias a las empresas de automoción; aunque eso sí, con el velo de la argumentación progresista de que “el modelo económico actual es insostenible”
Entre estas instituciones públicas cabe destacar a las universidades, las cuales mantienen la divulgación de un saber, de un conocimiento elitista, el cual transmiten a la sociedad civil como garantes de dicho conocimiento, a semejanza del conocimiento que se guardaba en los monasterios de
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