La responsabilidad en la acción, en la cooperación al desarrollo
Notas sobre la Cooperación al Desarrollo
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La responsabilidad en la acción, en la cooperación al desarrollo
Autor: Raúl Estañol Amiguet
1º Breve diagnóstico Actual:
Vivimos en España, un país del Mundo Occidental. Un país de los denominados países del Norte. Aunque no nos confundamos, entre los países del Norte, también hay Sur, y España está en ese Sur.
Vivimos en un mundo global, complejo y muy dinámico, donde las personas tendemos a la individualidad, a la competitividad, a encerrarnos en nuestras propias necesidades. Olvidando las necesidades de quienes nos rodean, cómo no, olvidando las necesidades de los más desfavorecidos, aquellos sobre los que sollozamos caridad, aquellos que están mejor apartados y excluidos, evitando herir nuestras débiles sensibilidades.
En la actualidad la falta de valores y de principios no es reprochable, en tanto y cuanto no exceda la legalidad. La legalidad, lo escrito ha pasado a ser lo importante. La moralidad, la ética, ha pasado a ser totalmente prescindible. Ser sinvergüenza es justificable, ya que muchas veces no comporta delito. Nuestros incompetentes políticos muchas veces nos lo recuerdan.
Dentro de esa falta de valores y de principios, nos han convencido de que nos merecemos el Estado del Bienestar, por el único hecho de nacimiento. Nos otorgamos un conjunto de derechos y de privilegios, cuanto mayor, mejor. Olvidando el natural equilibrio que debería de existir entre derechos y deberes. Olvidando la agradable impronta del “deber cumplido”.
Triunfa el imperio de la propiedad privada y de los intereses creados. Qué fácil es criticar a los que disponen de los privilegios, del derecho de decidir, del poder de enriquecerse con la facilidad que les otorga el puesto que ocupan. Pero, ¿qué haríamos nosotros si es-tuviésemos en esa situación?
Hoy en día la sociedad civil en general se encuentra distanciada del saber en sentido amplio, de los valores y de los principios en general. Tendemos a simplificar las diversas realidades que se nos presentan, mediante el seguimiento de ideologías concertadas, historias teleológicas impuestas, las cuales se han cubierto de la apariencia de que nos pertenecen, en modos distintos, confundiendo nuestro propio sentido crítico.
Lo material, lo que nos resulta útil, es lo único valioso en nuestro tiempo. Olvidando la búsqueda de nuestro verdadero desarrollo humano. La búsqueda permanente de lo que nos resulta provechoso a corto plazo, del placer más próximo, nos ha conducido a olvidarnos de nuestro propio desarrollo, de nuestra condición de seres humanos.
Todo ello inmerso en una falta de interés de promocionar los valores básicos del ser humano: la justicia, la paz, la igualdad, la libertad y el bien común. Dichos valores sirven únicamente como sermón ideológico de aquellos que legitiman el poder. La falta de responsabilidad cívica de nuestros intelectuales y de nuestros gobernantes es hoy en día conocida por todos.
En este mundo globalizado, la homogeneización de las diversas culturas no produce una integración multicultural, más bien produce una pérdida de identidades culturales.
En este marco, creamos organizaciones, con el atrevimiento de llamarlas “sin ánimo de lucro”. Organizaciones, algunas de ellas, que sólo sirven para sacar dinero de la Caja del Estado, maltrechando el nombre de las fundaciones. Organizaciones, otras, que al ser dependientes de las subvenciones, para sus honorables proyectos, muestran en la actualidad una peligrosa debilidad. Organizaciones, todas, que deben servir a los más desfavorecidos, que deben favorecer el desarrollo humano, a todos los niveles, con unos principios y estrategias propios.
Las desigualdades se ensanchan, los trabajadores extranjeros ya no son bien acogidos por los países del Norte, o países occidentales. El paro es un peligro macroeconómico para los políticos occidentales. Hablan de cifras, no de personas.
Todo es más complejo, en la Cooperación al Desarrollo Internacional, más aún si trabajamos con los más pobres, del continente más pobre: África Subsahariana. Allí nos encontramos con un entorno difícil y complicado, el estancamiento económico predomina en la mayoría de sus países. Las desigualdades en África Subsahariana son atroces, ya que el 70-80% de sus habitantes son pobres, viven en chabolas,… y os puedo garantizar que son seres humanos con habilidades y potencialidades latentes.
Otro problema crucial, en muchos países de África, debido a la hambruna, a los conflictos armados, a las enfermedades; han muerto generaciones enteras. Lo cual, junto a una natalidad excesiva, eleva sobremanera el número de niños huérfanos o semi-huérfanos. Niños que necesitan de una esperanza, de una posibilidad de DESARROLLO.
En África un grave problema es que la Universidad solo representa el 3% de la educación general, lo cual no es denunciado por los Objetivos del Milenio. Se tiende a trabajar en cooperación al desarrollo internacional en África sólo con universitarios. Otra mezquindad, ya que la universidad es carísima en África, y los universitarios, salvo escasas excepciones, pertenecen a la clase privilegiada y minoritaria de África.
En la actualidad, la crisis actual está justificando que dejemos de mirar hacia la pobreza de África, con la excusa de nuestros problemas internos. No deberíamos justificar lo injustificable.
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